Por Edgar Pacheco.
¿No les parece, por lo menos, *curioso* que los laicos sin la más mínima formación teológica se lancen ahora a corregir al Papa o, mejor aún, a interpretar lo que “en realidad” quiso decir? ¡Vaya ironía! Los mismos que nos han insistido hasta la saciedad que necesitamos un Papa infalible y un magisterio autoritativo para comprender la verdad divina, ahora andan por ahí queriendo corregir al propio Papa y a su sacrosanto magisterio. ¡Qué tiempos tan *iluminados* para estar vivos! El nivel de disonancia cognitiva es casi fascinante. Pero, no nos engañemos: no son víctimas más que de su propia ignorancia descarada. Ya hemos demostrado, en otros programas, y en múltiples ocasiones, que Bergoglio no ha pronunciado nada que contradiga la línea magisterial que el romanismo ha seguido desde el Concilio Vaticano II. Pero claro, esta generación de teólogos de Wikipedia ni siquiera sabe que no sabe. Con descaro, se autoproclaman apologistas, intentando enseñar lo que ni ellos mismos han comprendido. Se sienten maestros del magisterio cuando en realidad deberían estar tomando apuntes en el pupitre, aprendiendo lo básico de la fe que dicen defender. Una paradoja de proporciones épicas, y lo que les espera en los años venideros será tan revelador como incómodo. Pero claro, quizás entonces no encuentren suficiente en sus blogs de "teología express" para arreglar el desastre que ahora están ignorando. Es que uno no puede evitar preguntarse, ¿dónde quedó la humildad de reconocer que, si su fe depende de un magisterio infalible, es una *contradicción monumental* intentar corregirlo? ¡El colmo de la ironía! ¿Y el obsequium religioso? Bien gracias. Es como si los alumnos más torpes de la clase se pararan a explicarle al profesor que su método es equivocado, mientras tienen el cuaderno lleno de errores. Y lo peor es que ellos mismos no se dan cuenta del espectáculo tan patético que están montando. Al final, ¿qué es lo que queda? Una masa de supuestos “defensores” de la tradición que no solo no la entienden, sino que ahora se creen más papistas que el Papa. Pero no todo es su culpa. La generación de la inmediatez ha creado una falsa ilusión de conocimiento, donde con tres videos en YouTube y un par de artículos mal leídos, ya te autodenominas experto. Años de tradición, reflexión teológica y enseñanza magisterial se ven atropellados por esta moda de la "teología rápida". Y lo más irónico es que, mientras más vociferan sus correcciones al Papa, más demuestran que son los primeros en necesitar esa guía infalible que tan desesperadamente intentan reinterpretar, claro, no vaya a ser que se conviertan en cismáticos y terminen alabando a Lefevbre, que por lo menos tuvo los pantalones de decirle al Papa “apóstata”. Y así llegamos al punto culminante: los autodenominados guardianes de la fe católica, que en su desmesurada arrogancia pretenden corregir al Papa, son en realidad la prueba viviente de por qué su sistema se desmorona. Claman por un magisterio infalible, pero no pueden soportar someterse a él cuando no coincide con sus caprichos ideológicos. El colapso de su lógica es tan evidente como ridículo: aquellos que predican obediencia ciega al magisterio son los primeros en rebelarse contra él cuando su "infalibilidad" ya no les resulta conveniente. ¿Qué les queda entonces? Un caos doctrinal donde la verdad ya no la define el Papa, sino el laico ignorante con complejo de teólogo. ¡Bravo! Así es como se derrumba un imperio desde dentro, no con herejías externas, sino con la soberbia de sus propios fieles. Solo recuerden, cuando vociferen que su enemigo es el protestante que se opone al Papa, no olviden que nosotros lo hacemos como protestantes, pero ustedes lo hacen como católicos ¡Plop!
¿No les parece, por lo menos, *curioso* que los laicos sin la más mínima formación teológica se lancen ahora a corregir al Papa o, mejor aún, a interpretar lo que “en realidad” quiso decir? ¡Vaya ironía! Los mismos que nos han insistido hasta la saciedad que necesitamos un Papa infalible y un magisterio autoritativo para comprender la verdad divina, ahora andan por ahí queriendo corregir al propio Papa y a su sacrosanto magisterio. ¡Qué tiempos tan *iluminados* para estar vivos! El nivel de disonancia cognitiva es casi fascinante. Pero, no nos engañemos: no son víctimas más que de su propia ignorancia descarada. Ya hemos demostrado, en otros programas, y en múltiples ocasiones, que Bergoglio no ha pronunciado nada que contradiga la línea magisterial que el romanismo ha seguido desde el Concilio Vaticano II. Pero claro, esta generación de teólogos de Wikipedia ni siquiera sabe que no sabe. Con descaro, se autoproclaman apologistas, intentando enseñar lo que ni ellos mismos han comprendido. Se sienten maestros del magisterio cuando en realidad deberían estar tomando apuntes en el pupitre, aprendiendo lo básico de la fe que dicen defender. Una paradoja de proporciones épicas, y lo que les espera en los años venideros será tan revelador como incómodo. Pero claro, quizás entonces no encuentren suficiente en sus blogs de "teología express" para arreglar el desastre que ahora están ignorando. Es que uno no puede evitar preguntarse, ¿dónde quedó la humildad de reconocer que, si su fe depende de un magisterio infalible, es una *contradicción monumental* intentar corregirlo? ¡El colmo de la ironía! ¿Y el obsequium religioso? Bien gracias. Es como si los alumnos más torpes de la clase se pararan a explicarle al profesor que su método es equivocado, mientras tienen el cuaderno lleno de errores. Y lo peor es que ellos mismos no se dan cuenta del espectáculo tan patético que están montando. Al final, ¿qué es lo que queda? Una masa de supuestos “defensores” de la tradición que no solo no la entienden, sino que ahora se creen más papistas que el Papa. Pero no todo es su culpa. La generación de la inmediatez ha creado una falsa ilusión de conocimiento, donde con tres videos en YouTube y un par de artículos mal leídos, ya te autodenominas experto. Años de tradición, reflexión teológica y enseñanza magisterial se ven atropellados por esta moda de la "teología rápida". Y lo más irónico es que, mientras más vociferan sus correcciones al Papa, más demuestran que son los primeros en necesitar esa guía infalible que tan desesperadamente intentan reinterpretar, claro, no vaya a ser que se conviertan en cismáticos y terminen alabando a Lefevbre, que por lo menos tuvo los pantalones de decirle al Papa “apóstata”. Y así llegamos al punto culminante: los autodenominados guardianes de la fe católica, que en su desmesurada arrogancia pretenden corregir al Papa, son en realidad la prueba viviente de por qué su sistema se desmorona. Claman por un magisterio infalible, pero no pueden soportar someterse a él cuando no coincide con sus caprichos ideológicos. El colapso de su lógica es tan evidente como ridículo: aquellos que predican obediencia ciega al magisterio son los primeros en rebelarse contra él cuando su "infalibilidad" ya no les resulta conveniente. ¿Qué les queda entonces? Un caos doctrinal donde la verdad ya no la define el Papa, sino el laico ignorante con complejo de teólogo. ¡Bravo! Así es como se derrumba un imperio desde dentro, no con herejías externas, sino con la soberbia de sus propios fieles. Solo recuerden, cuando vociferen que su enemigo es el protestante que se opone al Papa, no olviden que nosotros lo hacemos como protestantes, pero ustedes lo hacen como católicos ¡Plop!